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サマリー
あらすじ・解説
Érase una vez, una pequeña llamada **Camila**, que tenía unos grandes y curiosos ojos. Le encantaba pasar tiempo con su mamá, **Beatriz**, quien siempre tenía las mejores ideas para sus tardes juntas. Un día, mientras el sol se escondía y el mundo se calmaba, Beatriz decidió que sería un momento perfecto para compartir algo muy especial con Camila: la música clásica.
Con una dulce sonrisa, Beatriz acomodó a Camila en su regazo, donde siempre se sentía segura y tranquila. En sus manos sostenía unas partituras, llenas de símbolos mágicos que, aunque Camila aún no comprendía, pronto se daría cuenta de que escondían maravillosos sonidos. Mientras abría el libro, una melodía suave comenzó a llenar la sala, como si las notas salieran directamente de las páginas para danzar a su alrededor.
Beatriz, con amor y paciencia, empezó a explicarle a Camila que esos símbolos eran las "palabras" que usaban los músicos para comunicarse. "Cada nota que ves aquí, mi amor, se convierte en un sonido que hace que nuestros corazones bailen", le decía mientras pasaba las páginas, mostrándole las partituras.
Aunque Camila no entendía del todo, su pequeño cuerpo se relajaba al ritmo de la música, y sus ojos se abrían con asombro ante el sonido de los violines y los pianos que llenaban la habitación. Beatriz sonreía, sabiendo que, aunque era muy pequeña, Camila ya estaba aprendiendo a disfrutar de esos momentos únicos, donde las notas musicales creaban historias sin palabras.
Y así, entre páginas de partituras y dulces melodías, Camila y su mamá compartieron una tarde mágica, una de esas que quedaría grabada en el corazón, con la promesa de muchas más por venir. Autor José Pardal
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Con una dulce sonrisa, Beatriz acomodó a Camila en su regazo, donde siempre se sentía segura y tranquila. En sus manos sostenía unas partituras, llenas de símbolos mágicos que, aunque Camila aún no comprendía, pronto se daría cuenta de que escondían maravillosos sonidos. Mientras abría el libro, una melodía suave comenzó a llenar la sala, como si las notas salieran directamente de las páginas para danzar a su alrededor.
Beatriz, con amor y paciencia, empezó a explicarle a Camila que esos símbolos eran las "palabras" que usaban los músicos para comunicarse. "Cada nota que ves aquí, mi amor, se convierte en un sonido que hace que nuestros corazones bailen", le decía mientras pasaba las páginas, mostrándole las partituras.
Aunque Camila no entendía del todo, su pequeño cuerpo se relajaba al ritmo de la música, y sus ojos se abrían con asombro ante el sonido de los violines y los pianos que llenaban la habitación. Beatriz sonreía, sabiendo que, aunque era muy pequeña, Camila ya estaba aprendiendo a disfrutar de esos momentos únicos, donde las notas musicales creaban historias sin palabras.
Y así, entre páginas de partituras y dulces melodías, Camila y su mamá compartieron una tarde mágica, una de esas que quedaría grabada en el corazón, con la promesa de muchas más por venir. Autor José Pardal
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