Los delanteros son la posición más aclamada del mundo del fútbol, son los que marcan los goles, tienen las botas más chulas, presentan su propia celebración y los que venden más camisetas. Una combinación ideal para convertirse en los favoritos del público. En contraposición, se encuentran los defensores, aquellos que gozan del protagonismo más reducido entre todas las posiciones, pues si bien los centrocampistas atraen a los que buscan un juego más creativo y los porteros a los que buscan esa sensación que sólo se da al empuñarse los guantes, los defensas no acaban de encontrar un gran público objetivo entre los aficionados. Esto se debe, principalmente, al mayor valor que recibe el hecho de materializar un gol sobre el hecho de evitarlo; además, siendo menos vistoso una intercepción de un zaguero que una parada de un guardameta. Si bien puede parecer que los partidos se deciden por goles, es todo mucho más complejo; el sistema de juego no parte sólo de la voluntad de marcar, sino de no encajar. Al fútbol se puede jugar de múltiples formas, y no es ni necesario que todos se centren en el gol como la Naranja Mecánica ni significa que sea la mejor manera de jugar al fútbol; aunque, esta idea para calar entre los aficionados, que prefieren celebrar un gol a salvar a su equipo en la jugada más difícil posible, relegando así a las posiciones defensivas (que cada vez están perdiendo más relevancia en galardones como el XI de la FIFA) a un plano secundario sobre el terreno de juego.