Este nuevo libro (https://a.co/d/cIlOdF1) trata de hacer ver. Fue escrito para ateos, escépticos y agnósticos, pero también para creyentes firmes. Tiene el potencial de hacernos ver a todos de una manera nueva y profunda. El lenguaje da forma a nuestra manera de percibir y pensar, y define nuestra realidad subjetiva. El desafío es que nuestra realidad subjetiva puede diferir de la realidad como tal, es decir, la realidad última. En opinión del autor, tiene sentido acercar nuestras realidades subjetivas lo más posible a la realidad última, es decir, acercarnos a la verdad.

El libro presenta un diálogo entre amigos que invita al lector a explorar una perspectiva filosófica conocida como teología del proceso. Este término pretencioso representa un concepto sencillo pero profundo: solo existe una realidad última que abarca todos los fenómenos materiales e inmateriales. A lo largo de su recorrido, el libro contribuye de manera racional y fundamental a la reconciliación de la ciencia y la religión, la fe y la razón, y la mente y la materia. Al terminar de leer el libro, el lector podría estar de acuerdo con la conjetura del autor: Solo Existe Dios.

El segundo tema principal del libro destaca y aborda un obstáculo común pero significativo para comprender las escrituras antiguas. La lectura y comprensión literal de textos religiosos como la Biblia cristiana, escrita hace miles de años por autores en su tiempo, lugar, circunstancias y entornos culturales, es una de las barreras más críticas para la inclinación religiosa de las personas con formación científica. En las sociedades modernas, esta educación científica comienza ya en la escuela secundaria, a menudo seguida de una educación universitaria. Para las personas formadas de esta manera, es inconcebible tomar en serio los informes milagrosos de fenómenos sobrenaturales sin suprimir consciente o inconscientemente su pensamiento racional. Sin embargo, todavía podemos aprender mucho de los autores bíblicos y otros autores espirituales antiguos que no tuvieron más remedio que confiar en sus ideas sobre lo divino, que de alguna manera intuyeron. Debemos tener en cuenta que no disponían de la riqueza de conocimientos filosóficos, teológicos y científicos que tenemos hoy en día, desde los aceleradores de partículas hasta la inteligencia artificial. Sin embargo, sus maravillosas historias narradas siguen teniendo valor, ya que pueden ayudarnos a hacernos las preguntas correctas sobre la realidad, el sentido de nuestra existencia y Dios.