• Homilías de cuatro minutos

  • 著者: Joseph Pich
  • ポッドキャスト

Homilías de cuatro minutos

著者: Joseph Pich
  • サマリー

  • Homilías cortas del domingo
    © 2024 Homilías de cuatro minutos
    続きを読む 一部表示

あらすじ・解説

Homilías cortas del domingo
© 2024 Homilías de cuatro minutos
エピソード
  • Sagrada Familia
    2024/12/26

    Sagrada Familia

    Había tres fiestas importantes para los judíos: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los tabernáculos. Muchos judíos solían ir a Jerusalén en una de esas fiestas. La Sagrada Familia solía ir por Pascua, la más importante. Nazaret se halla a unos 140 kilómetros de Jerusalén, unos cuatro o cinco días de camino. Unas cuantas familias se solían juntar para el viaje. De vuelta Jesús se quedó en la ciudad santa sin que lo supieran sus padres. Solían viajar en dos grupos, los hombres y las mujeres juntos. Los niños podían elegir con quien iban. María y José pensaron que Jesús iba con el otro grupo. Es fácil pensar que Dios está con nosotros, pero lo importante es que viajemos con Él.

    Cuando se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos se volvieron a Jerusalén. Al cabo de tres días, después de dos días de viaje, por la mañana lo encontraron en el templo. Para los judíos el templo lo era todo; era el lugar donde Dios residía. Jesús quería estar cerca de su Padre Dios. Deberíamos buscar el mejor sitio para encontrar a Dios. ¿Cómo podemos conectar con Él? Nos hace falta una conexión rápida. Debemos desarrollar el deseo de estar con Dios, de tener esa paz y alegría que sólo Él puede darnos.

    Podemos imaginarnos la angustia y la ansiedad de María y José. Su misión era cuidar a Jesús y lo habían perdido. ¿Por qué lo hizo? Tenía doce años, la edad para ir a Jerusalén. Para nosotros es sólo un chico. Para esa sociedad ya era un hombre joven. Quería darles una lección y encontrar respuestas a sus preguntas. Lo encontraron hablando con los rabinos del templo. También nosotros deberíamos hacernos preguntas, para encontrar el significado de nuestras vidas, para averiguar que hacemos aquí.

    Su madre protestó: ¿Por qué lo has hecho? Él contestó perplejo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo estar en las cosas de mi Padre? Al contestar puso esa sonrisa que desarmaba a su madre, para suavizar sus palabras. Les dijo que el templo era su lugar y que había venido a la tierra para hacer la voluntad de su Padre. Esa debería ser nuestra actitud ante las cosas que nos separan de Dios. Deberíamos preguntarnos qué es lo que no nos deja ver a Dios y quitarlo de en medio.

    El evangelio dice que no lo entendieron, pero que la Virgen guardó esas cosas en su corazón. Quería ponderar lo que significaba y lo que Dios quería de ella. Hay muchas cosas que no entendemos, nos rebelamos y a veces nos enfadamos con Dios porque no hace lo que le pedimos. La actitud de María es más útil. Dios tiene sus razones y tiene su plan para nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es contemplar cómo Dios actúa en nuestras vidas.

    josephpich@gmail.com

    続きを読む 一部表示
    4 分
  • Navidad
    2024/12/24

    Navidad

    Durante el Adviento en nuestro camino hacia Jesús, hemos seguido el ejemplo de San Juan Bautista, San José y de nuestra Madre. Nos han llevado hacia él. Hemos llegado a donde queríamos ir, al establo de Belén. Ahora debemos centrarnos en Jesús; eso es lo que importa. Estos días de Navidad son días de calma y serena contemplación del Niño Dios. Todo lo que tenemos que hacer es mirarlo, despacio, para sumergirnos en el misterio de un Dios hecho hombre, admirando la maravillosa mezcla de su humanidad y divinidad, guardando su perfecta distinción. Eso es todo, mirarlo y nada más. Intentar profundizar más y más dentro del infinito abismo del amor de Dios por nosotros, un pozo sin fondo lleno de su majestad y poder. Y todo eso está concentrado en un diminuto bebé.

    ¿Por qué tuvo que venir? No tuvo, pero no solo quiso vivir con nosotros, sino que quiso también hacerse hombre, gozar y sufrir por todo lo que nosotros pasamos excepto en el pecado. Y ahora comienza, como nosotros hicimos, su terrena andadura como un bebé. Un niño pequeño que no puede abrir sus ojos, sin dientes y con sus manitas cerradas. Todo lo que hace es comer, dormir, llorar y ensuciar pañales. Es completamente indefenso, dependiendo cien por cien de los demás. Solo puede tomar la leche de su madre. Un Dios desamparado, que si lo dejas en la intemperie, se muere. No puede ni siquiera sonreír, la cara roja y sin pelo. Si pudiera abrir sus parpados, veríamos unos ojos marrones maravillosos.

    Y ese es el niño que tenemos que contemplar, aunque no pueda vernos; y está dormido. Es una mirada de una sola dirección, intentando aprender de su cátedra, su silla de profesor, un libro abierto, el libro de su vida, sus primeras lecciones de su paso por la tierra. Podía haber venido como un hombre ya hecho, pero quiso comenzar por el principio, pues somos lentos en aprender. Necesitamos horas de contemplación paciente delante de un pesebre, mirando como pasa frio, como llora, o como se arrulla en los brazos de su madre. Las dos primeras lecciones que aprendemos son humildad y pobreza. Vino con nada, y cuando se vaya, su única posesión será el madero de la cruz. ¿Humildad? No hay mejor ejemplo que un Dios bebé.

    ¿Y que hacemos en frente del Niño Dios? No tenemos que hacer mucho. María se encarga. ¿Qué hacen las madres con sus hijos? Los cuidan, alimentan, lavan, los consuelan, los llevan en brazos, les dan amor, los besan. Algunos de nosotros no sabemos mucho qué hacer con un bebé. Por lo menos le podemos dar cariño. Este bebé nos puede enseñar a amar. Cógelo en tus brazos, y cuidado no lo dejes caer. Cada vez que pecamos, se nos cae. Nos podemos ofrecer a él con generosidad. Un bebé trae lo mejor de nosotros. No podemos decirle que no. En frente del niño no podemos aparentar o pretender. Debemos ser nosotros mismos. Lo primero que nos dice cuando nos acercamos a él es: quítate ese disfraz; se lo que eres, un niño como yo.

    Quizás lo mejor que podemos hacer es sentarnos en un rinconcito de la cueva, sin estorbar, y, escondidos detrás de las sombras, contemplar como María cuida a su hijo. Es una escena maravillosa, conmovedora. Lo atiende sabiendo que es Dios y hombre. Nos enseña a cómo tratarle en su humanidad y en su divinidad. No puedes cansarte, mirando al niño y a su madre. Muchos artistas han intentado captar ese momento. Nuestra imaginación es más poderosa.

    josephpich@gmail.com

    続きを読む 一部表示
    4 分
  • Cuarto Domingo de Adviento
    2024/12/21

    Cuarto Domingo de Adviento

    Después de la Anunciación, cuando el ángel Gabriel se retiró, San Lucas dice que María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Tenía prisa para cumplir la voluntad de Dios. Aunque Dios no le pidió que fuera a ayudar a su prima Isabel, ella se dio cuenta de que eso era lo que Dios quería, y no perdió tiempo pensándolo. José seguramente la acompañaría, un viaje de tres o cuatro días, unos caminos peligrosos a través de las montañas. Le preguntaría el porqué de esa precipitada decisión y le diría que su prima anciana estaba encinta. Los Padres de la Iglesia ven en este episodio un ejemplo de la vida de la Virgen, una actitud de docilidad, rápida y alegre, a lo que Dios quería de ella. Podemos aprender de ella, a no arrastrar los pies cuando vemos lo que Dios nos pide.

    Otra lección que podemos aprender de María es su deseo de ayudar a los demás, por encima de las preparaciones que tendría que hacer para el nacimiento de su propio bebé. Tenía una buena excusa para posponer su viaje, pero sabiendo que su prima era entrada en años, y que ya le quedaban solo tres meses para dar a luz, decidió ir a ayudarla. Cuando el Espíritu Santo pone en nuestra mente, de diferentes maneras, la idea de que otros están necesitando ayuda, deberíamos seguir el ejemplo de María y echarles una mano. No podemos olvidar que somos felices cuando nos damos a los demás. Todos tenemos problemas, pero la mejor manera de arreglarlos es centrarnos en los demás. La mayoría de nuestras preocupaciones son creadas por nuestras mentes, y desparecen cuando nos concentramos en servir a los demás.

    María trae a Jesús a su prima Isabel. También nos lo trae a nosotros. Estamos ahora en un tiempo de espera ansiosa para la Navidad, para el nacimiento de Jesús en nuestras almas. María cumple su misión de mediadora, canal de todas las gracias. Cuanto más cercanos estemos de María, más cercanos estamos de Jesús. Una vez tenemos a Jesús con nosotros, podemos llevar nuestra fe a los demás. Las madres al traer una nueva vida al mundo participan de su bendición. También nosotros podemos experimentar esa experiencia espiritual.

    Cuando Isabel saludó a María, su niño saltó en su seno. Dos bebés se encontraron desde su regazo y se reconocieron. San Juan no pudo contener su alegría y quiso nacer en ese momento. Los teólogos dicen que San Juan fue santificado en el vientre de su madre, bautizado siendo testigo de Jesús. Por eso celebramos su nacimiento. No es fácil reconocer a Jesús que pasa por nuestras vidas, a veces muy escondido detrás de la cruz. Hoy le pedimos a San Juan Bautista que nos ayude a ser testigo de Jesús y saltar de alegría ante su encuentro.

    Isabel comenzó a alabar a su prima, llena del Espíritu Santo: “Bendita eres tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.” Decimos estas palabras cada vez que rezamos el Ave María, muchas veces sin darnos cuenta lo que estamos diciendo. Seamos testigos de Jesús en nuestras vidas y así podremos traerlo a los demás.

    josephpich@gmail.com

    続きを読む 一部表示
    4 分

Homilías de cuatro minutosに寄せられたリスナーの声

カスタマーレビュー:以下のタブを選択することで、他のサイトのレビューをご覧になれます。