De Casilda se vino a Rosario a estudiar Comunicación social porque no se animó a Letras. Iba y venía en colectivo hasta que, una vez recibida, se fue a Buenos Aires para ir y venir desde allá para acá. Un día, por esas cosas del destino, se asentó en esta ciudad y no se fue más. Junta cosas que encuentra por ahí y ama los lugares que son vintage porque, en realidad, son viejos. Ama la sorpresa y escribe, escribe y escribe.

La historia de Titx tiene un mito de creación que merece ser escuchado. Música desde la cuna en su familia habían tres cosas que cumplir: ser fanática de Boca, estar en la orquesta municipal y la tercera se las dejo para que la escuchen. DJ desde hace 19 años, ama las pequeñas cosas que la hacen feliz. Titx fue un lujo para este programa, uno que tardó dos años y medio en venir.

Con Juan nos conocimos en arroyito pero hicimos el programa a distancia. Ya en Indiana, Juan habló de cómo llegó a Letras de la UNR y cómo desde ahí terminó en Notre Dame University. También como esa extranjería se plasma en sus cuentos: la Indiana hablada por un argentino vs la Rosario recordada desde la distancia. Ha sido más que un lujo, ha sido un gustazo.

Vendedor de especias, padre de un hijo que no devuelve libros, nieto de un abuelo que contaba historias. Cristian festeja las pequeñas cosas y las cuenta en su libro. Todavía se junta con sus amigos de la Boneo y recibe mensajes de "Los plátanos". Crece junto con los demás en la escritura y comienza su camino de la misma manera que lo comenzó cuando hizo convivir a Los Violadores con Charly.

Regina es de Venado Tuerto aunque sus hijos tengan nacionalidad rosarina. Si le dicen "no" arranca con más fuerzas para conseguir el "si". Escribió una tesis sobre la villa como escenario de ficción, creó junto con su socia la editorial "Le pecore nere" y se amigó con la escritora que tiene adentro. ¿Qué la enamora? La incertidumbre.

A los 16 leyó "El guardián entre el centeno" y quiso escribir algo parecido entonces arrancó un taller con Mariano Quirós y Pablo Black. Ahí se dio cuenta que la literatura además de ganas lleva tiempo y eso se lo trajo a Rosario. Hoy tiene un libro de cuentos encima, un podcast y dos ciclos pero lo que más lo entusiasma es la aventura que viene de la mano con eso de escribir.

Alisa vive desde que es chica en un barrio al que no le encontramos el nombre. Luego de hacer primaria y secundaria en la escuela Bialik se fue un año a Israel y, desde allí, se anotó en siete carreras de la UNR solo para arrancar Arquitectura. En esa profesión encontró todo: amigos, trabajo, pareja. La escritura le llegó un día, casi de golpe, a los 35 años y ahora sigue estudiando porque lo que más le gusta es aprender.

Terminó su licenciatura en Filosofía en cinco años porque quería entrar en el CONICET, pasó por ocho escuelas antes de entrar en la facultad y hace ya diez años que tiene sus talleres. En los mismos se toman el tiempo para filosofar sobre distintos temas y así poder pensar el mundo desde otro lugar. Entonces: ¿cómo no la va a enamorar la posibilidad de sorprenderse?