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サマリー
あらすじ・解説
Himno: Soberano Señor de los mundos Autor: Abraham Fernández Autor Abraham Fernández, hijo de una mujer victoriosa, madre soltera, de finales del siglo XIX fue una de las únicas cristianas evangélicas norteñas en nuestro país México. Cuando se convierte a Jesucristo dedica toda su vida al Señor y también la de su hijo Abraham desde los 5 años para que fuera un hombre de Dios. Lo impulsó a estudiar mucho en la carrera de la vida cristiana, con el fin de que fuera un ministro de la Palabra. Habría de confrontarse con muchos obstáculos para obtener la preparación que dicha vocación demanda. No obstante, con fe invencible, logró vencer cada uno de ellos. Abraham Fernández fue uno de los primeros tres alumnos de la Escuela Bíblica del Dr. Henry Pratt situada en Laredo, Texas. Se le considera como uno de los graduados más eminentes de esa institución. Recibió su licenciatura para predicar el Evangelio en 1899 y fue ordenado al ministerio por el Presbiterio Western Texas en 1903. Su primer ejercicio como pastor fue la Primera Iglesia Presbiteriana Mexicana de San Antonio, ahora la Iglesia Presbiteriana Jerusalén, la cual había sido organizada ese mismo año. De 1906 a 1914, Abraham Fernández sirvió como pastor de la Iglesia Presbiteriana de Aguascalientes México, e impartió clases en el Colegio Morelos, escuela de la misión Presbiteriana en esa ciudad. Allí fue donde conoció a Elena Jáuregui, una alumna joven de la escuela que terminaría siendo su esposa. Una de las iglesias que pastoreó al regresar a los Estados Unidos fue la Primera Iglesia Presbiteriana Mexicana de El Paso, Texas. Allí estableció dos escuelas en la ciudad y siete misiones en el área circunvecina. Fue en una de esas misiones donde conoció e instruyó a dos hermanos jóvenes quienes posteriormente entraron al ministerio. Estos fueron Rubén y Guadalupe Armendáriz, ministros Presbiterianos. Abraham Fernández fue un traductor prolífico de textos, comentarios bíblicos, e himnos, un poeta innato que escribió más de mil poesías. Su más significativa contribución, sin embargo, fue como himnólogo. Redactó dos himnarios en español, “Cantos de Victoria”, y es autor de un buen número de himnos, algunos de los cuales aún entonan congregaciones de habla hispana por todo el mundo. Su más preciada composición probablemente es aquel canto evangélico que claramente nos dice cuál fue la meta de su vida: Sembraré la Simiente Preciosa. Dentro de sus composiciones y traducciones se encuentran entre otras; La cruz no será más pesada y Soberano Señor de los mundos himno al que a continuación damos paso a su lectura y canto. Soberano Señor de los mundos, Es tu imperio un imperio eternal; Tus mandatos, mandatos profundos Que deseamos con gusto acatar; Obedientes a ti, sometidos Estaremos por siempre jamás, Pues que somos por ti redimidos Y en tus leyes queremos andar. Con tu justicia llenarás el orbe, como las aguas han llenado el mar, y nada habrá que tu designio estorbe, porque tú para siempre has de reinar. Soberano Señor, Dios eterno, Tus decretos cumpliéndose están; En el cielo, la tierra, el averno, Todo a ti sujetándose está; Por lo mismo, nosotros estamos Sometidos a tu voluntad Y con santo desear esperamos Que establezcas tu reino de paz. Soberano Señor, justo y santo, Te proclaman la tierra y el mar: Sólo a ti levantamos el canto, Sólo a ti queremos cantar; Condesciende, Señor, y recibe El loor que tus hijos te dan, Condesciende, Señor, y reside Con nosotros por siempre jamás.