• 246-william e. booth clibborn-que bella historia

  • 2024/11/21
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246-william e. booth clibborn-que bella historia

  • サマリー

  • Himno: ¡Que bella historia! Autor: William Emmanuel Booth-Clibborn William Emmanuel Booth-Clibborn nació el 4 de agosto de 1893 en Suiza, era hijo de Arthur y Catherine Booth-Clibborn, hija de los fundadores del Ejército de Salvación. En 1908, a la edad de 15 años, William recibió el bautismo del Espíritu Santo. Esta experiencia que cambió su vida impulsó a los padres y hermanos de William a orar también por dicho bautismo. William se convirtió en el más conocido de los hijos de Booth-Clibborn, y tuvo un ministerio mundial de evangelización y escritura. Las publicaciones pentecostales de los años 1920 y 1930 publicaron muchos de sus sermones y artículos. William E. Booth-Clibborn nos dejó un recordatorio de cuán poderosa es realmente la revelación del nombre de Jesús. Las reuniones que dirigió en Australia a principios de la década de 1930 ayudaron a fundar varias iglesias pentecostales. Más tarde fundó el Templo Emmanuel en Portland, Oregón, donde murió en 1969. En el año 1921 el evangelista de 28 años llamado William Booth-Clibborn acababa de culminar un avivamiento de carpas en la ciudad de Lodi, ubicada en el sur de Sacramento, California. Entusiasmado con los resultados, el Sr. Clibborn propuso continuar el avivamiento organizando más reuniones en el sur de California, así que instalaron una carpa adicional en una ciudad llamada Holtville. Tras cumplir con todos los permisos y ordenanzas necesarias, el fuego de los servicios se vio literalmente apagado por las lluvias torrenciales y la baja asistencia. Al no poder pagar los costos de una semana de reuniones fallidas, Booth-Clibborn y sus ayudantes terminaron trabajando en el campo, cosechando maíz en los sembrados de la región, a fin de saldar sus deudas pendientes. El evangelista, abatido por las reuniones frustradas y al no estar acostumbrado a esos trabajos físicos, tocó fondo. Pero, en medio de aquellos maizales, abrumado por la lástima propia, el Señor empezó a lidiar con el evangelista abatido. Él no tenía idea de que el Espíritu de Dios le inspiraría las palabras de los himnos más maravillosos que se han compuesto y uno de los favoritos de William, Que bella historia. La letra de la canción revela la poderosa revelación que William recibió durante ese tiempo. Volviendo a los primeros años en 1908, Arthur Booth-Clibborn, su padre, se enteró de un grupo pentecostal creciente que estaba llevando a cabo reuniones en Londres, Inglaterra. La familia era de origen inglés, así que convenció a su hijo menor, William, de que lo acompañara en el viaje al avivamiento. Mientras recorrían uno de los trechos en tren, Arthur preguntó a su hijo de quince años: ¿William, no crees que deberías rendir tu corazón de nuevo a Dios?. Esta pregunta conmovió su joven corazón. Había perdido el celo por arrepentimiento que experimentó en la primaria y acogió las reuniones de Londres con un hambre renovada por Dios. Habiendo arribado a las reuniones, tanto el padre como su hijo se vieron cautivados al instante por lo que veían y escuchaban. Fue en esos servicios cuando el joven William quedó deslumbrado con los cantos angelicales y el fenómeno de hablar en lenguas. Su padre hablaba ocho idiomas y él, cinco, pero no reconocieron ninguno de los idiomas que oyeron. En el primer servicio que asistió Booth-Clibborn, el orador fue un convertido bautista que había recibido el Espíritu Santo unos días antes. Durante el llamado al altar, el joven Booth-Clibborne aceptó la invitación y se arrepintió con desesperación, orando hasta la madrugada. Durante los siguientes días, el padre con su hijo asistió en casas y distintos sitios a más reuniones llenas del Espíritu. El entró en desespero por tener su propia experiencia, la cual había visto a otro experimentar: el bautismo del Espíritu Santo. Una noche, en la continuación de las reuniones, pasó al altar nuevamente. Fue entonces cuando algo ocurrió, según lo expresa: Me descubrí cantando en un idioma hermoso, que desconocía en absoluto. Su fascinante y asombrosa armonía me saturó de un éxtasis indescriptible. Cada frase melodiosa expresaba a la perfección los sentimientos reprimidos de mi fogoso corazón. Directamente del altar de mi corazón, elevándose como humaradas ardientes, ¡el más fragante incienso alcanzaba el Trono! Así comenzó su experiencia de fe, que lo llevó a las Asambleas de Dios primitivas y el movimiento pentecostal, y con el tiempo a aquellos maizales donde compuso, como muchos opinamos, la contribución más grandiosa de su vida, el himno Que Bella Historia ¡Qué bella historia, de Su excelsa gloria, Bajó el Salvador, Jesús mi Redentor! Nació en pesebre, despreciado y pobre, Varón de lágrimas y de dolor. ¡Oh, cuánto le amo! ¡Mi ser le adora! ¡Él es mi vida, mi Salvador, mi todo es Él! El Rey de Gloria, vino a salvarme, Y a revelarme al Dios de amor. ¡Qué gran misterio, tan incomprensible! Cuando en la ...
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あらすじ・解説

Himno: ¡Que bella historia! Autor: William Emmanuel Booth-Clibborn William Emmanuel Booth-Clibborn nació el 4 de agosto de 1893 en Suiza, era hijo de Arthur y Catherine Booth-Clibborn, hija de los fundadores del Ejército de Salvación. En 1908, a la edad de 15 años, William recibió el bautismo del Espíritu Santo. Esta experiencia que cambió su vida impulsó a los padres y hermanos de William a orar también por dicho bautismo. William se convirtió en el más conocido de los hijos de Booth-Clibborn, y tuvo un ministerio mundial de evangelización y escritura. Las publicaciones pentecostales de los años 1920 y 1930 publicaron muchos de sus sermones y artículos. William E. Booth-Clibborn nos dejó un recordatorio de cuán poderosa es realmente la revelación del nombre de Jesús. Las reuniones que dirigió en Australia a principios de la década de 1930 ayudaron a fundar varias iglesias pentecostales. Más tarde fundó el Templo Emmanuel en Portland, Oregón, donde murió en 1969. En el año 1921 el evangelista de 28 años llamado William Booth-Clibborn acababa de culminar un avivamiento de carpas en la ciudad de Lodi, ubicada en el sur de Sacramento, California. Entusiasmado con los resultados, el Sr. Clibborn propuso continuar el avivamiento organizando más reuniones en el sur de California, así que instalaron una carpa adicional en una ciudad llamada Holtville. Tras cumplir con todos los permisos y ordenanzas necesarias, el fuego de los servicios se vio literalmente apagado por las lluvias torrenciales y la baja asistencia. Al no poder pagar los costos de una semana de reuniones fallidas, Booth-Clibborn y sus ayudantes terminaron trabajando en el campo, cosechando maíz en los sembrados de la región, a fin de saldar sus deudas pendientes. El evangelista, abatido por las reuniones frustradas y al no estar acostumbrado a esos trabajos físicos, tocó fondo. Pero, en medio de aquellos maizales, abrumado por la lástima propia, el Señor empezó a lidiar con el evangelista abatido. Él no tenía idea de que el Espíritu de Dios le inspiraría las palabras de los himnos más maravillosos que se han compuesto y uno de los favoritos de William, Que bella historia. La letra de la canción revela la poderosa revelación que William recibió durante ese tiempo. Volviendo a los primeros años en 1908, Arthur Booth-Clibborn, su padre, se enteró de un grupo pentecostal creciente que estaba llevando a cabo reuniones en Londres, Inglaterra. La familia era de origen inglés, así que convenció a su hijo menor, William, de que lo acompañara en el viaje al avivamiento. Mientras recorrían uno de los trechos en tren, Arthur preguntó a su hijo de quince años: ¿William, no crees que deberías rendir tu corazón de nuevo a Dios?. Esta pregunta conmovió su joven corazón. Había perdido el celo por arrepentimiento que experimentó en la primaria y acogió las reuniones de Londres con un hambre renovada por Dios. Habiendo arribado a las reuniones, tanto el padre como su hijo se vieron cautivados al instante por lo que veían y escuchaban. Fue en esos servicios cuando el joven William quedó deslumbrado con los cantos angelicales y el fenómeno de hablar en lenguas. Su padre hablaba ocho idiomas y él, cinco, pero no reconocieron ninguno de los idiomas que oyeron. En el primer servicio que asistió Booth-Clibborn, el orador fue un convertido bautista que había recibido el Espíritu Santo unos días antes. Durante el llamado al altar, el joven Booth-Clibborne aceptó la invitación y se arrepintió con desesperación, orando hasta la madrugada. Durante los siguientes días, el padre con su hijo asistió en casas y distintos sitios a más reuniones llenas del Espíritu. El entró en desespero por tener su propia experiencia, la cual había visto a otro experimentar: el bautismo del Espíritu Santo. Una noche, en la continuación de las reuniones, pasó al altar nuevamente. Fue entonces cuando algo ocurrió, según lo expresa: Me descubrí cantando en un idioma hermoso, que desconocía en absoluto. Su fascinante y asombrosa armonía me saturó de un éxtasis indescriptible. Cada frase melodiosa expresaba a la perfección los sentimientos reprimidos de mi fogoso corazón. Directamente del altar de mi corazón, elevándose como humaradas ardientes, ¡el más fragante incienso alcanzaba el Trono! Así comenzó su experiencia de fe, que lo llevó a las Asambleas de Dios primitivas y el movimiento pentecostal, y con el tiempo a aquellos maizales donde compuso, como muchos opinamos, la contribución más grandiosa de su vida, el himno Que Bella Historia ¡Qué bella historia, de Su excelsa gloria, Bajó el Salvador, Jesús mi Redentor! Nació en pesebre, despreciado y pobre, Varón de lágrimas y de dolor. ¡Oh, cuánto le amo! ¡Mi ser le adora! ¡Él es mi vida, mi Salvador, mi todo es Él! El Rey de Gloria, vino a salvarme, Y a revelarme al Dios de amor. ¡Qué gran misterio, tan incomprensible! Cuando en la ...

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