Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

著者: Juan David Betancur Fernandez
  • サマリー

  • Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.
    © 2025 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
    続きを読む 一部表示

あらすじ・解説

Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.
© 2025 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
エピソード
  • 631. Un Señor muy viejo con alas enormes (Gabriel García Márquez)
    2025/02/19

    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.

    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com


    Había una vez un hombre llamado Pelayo. Que al tercer día había matado tantos cangrejos dentro de la casa que tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar, pues el niño recién nacido había pasado la noche con calenturas y se pensaba que era a causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al mediodía, que cuando Pelayo regresaba a la casa después de haber tirado los cangrejos, le costó trabajo ver qué era lo que se movía y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus enormes alas.

    Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corrió en busca de Elisenda, su mujer, que estaba poniéndole compresas al niño enfermo, y la llevó hasta el fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo caído con un callado estupor. Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y con tanta atención, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del asombro y acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a hablarle, y él les contestó en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante. Fue así como pasaron por alto el inconveniente de las alas, y concluyeron con muy buen juicio que era un náufrago solitario de alguna nave extranjera abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron para que lo viera a una vecina que sabía todas las cosas de la vida y la muerte, y a ella le bastó con una mirada para sacarlos del error.

    — Es un ángel –les dijo—. Seguro que venía por el niño, pero el pobre está tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.

    Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían cautivo un ángel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los ángeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiración celestial, no habían tenido corazón para matarlo a palos. Pelayo estuvo vigilándolo toda la tarde desde la cocina, armado con un garrote de alguacil, y antes de acostarse lo sacó a rastras del lodazal y lo encerró con las gallinas en el gallinero alumbrado. A media noche, cuando terminó la lluvia, Pelayo y Elisenda seguían matando cangrejos. Poco después el niño despertó sin fiebre y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnánimos y decidieron poner al ángel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres días, y abandonarlo a su suerte en altamar. Pero cuando salieron al patio con las primeras luces, encontraron a todo el vecindario frente al gallinero, retozando con el ángel sin la menor devoción y echándole cosas de comer por los huecos de las alambradas, como si no fuera una criatura sobrenatural sino un animal de circo.

    El padre Gonzaga llegó antes de las siete alarmado por la desproporción de la noticia. A esa hora ya habían acudido curiosos menos frívolos que los del amanecer, y habían hecho toda clase de conjeturas sobre el porvenir del cautivo. Los más simples pensaban que sería nombrado alcalde del mundo. Otros, de espíritu más áspero, suponían que sería ascendido a general de cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos visionario

    続きを読む 一部表示
    20 分
  • 630. El amor asesinado (Emilia Pardo Bazán)
    2025/02/17

    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.

    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com

    Había una vez una mujer llamada Eva que sentía que vivía en una pesadilla. A Eva la perseguia el Amor. Nunca podrá decirse que la infeliz Eva omitió ningún medio lícito de zafarse de aquel ser llamado Amor, que la perseguía sin dejarle punto de reposo.

    Empezó poniendo tierra en medio, viajando para romper el hechizo que sujeta al alma a los lugares donde por primera vez se nos aparece el Amor. Precaución inútil, tiempo perdido; pues el pícaro Amor se subió a la zaga del coche, se agazapó bajo los asientos del tren, más adelante se deslizó en el saquillo de mano, y por último en los bolsillos de la viajera. En cada punto donde Eva se detenía, sacaba el Amor su cabecita maliciosa y le decía con sonrisa picaresca y confidencial: «No me separo de ti. Vamos juntos.»

    Entonces Eva, que no se dormía, mandó construir una altísima torre bien resguardada con cubos, bastiones, fosos y contrafosos, defendida por guardias veteranos, y con rastrillos y macizas puertas chapeadas y claveteadas de hierro, cerradas día y noche. Pero al abrir la ventana de su alta torre , un anochecer que se asomó agobiada de tedio a mirar el campo y a gozar la apacible y melancólica luz de la luna saliente, el rapaz Amor se coló en la estancia; y si bien Eva le expulsó de ella y colocó rejas dobles, con agudos pinchos, y se encarceló voluntariamente, sólo consiguió Eva que el amor entrase por las hendiduras de la pared, por los canalones del tejado o por el agujero de la llave.

    Furiosa, hizo tapar las grietas y cerrar los intersticios, creyéndose a salvo de atrevimientos y demasías; mas no contaba con lo ducho que es en tretas y picardihuelas el Amor. El muy maldito se disolvió en los átomos del aire, y envuelto en ellos se le metió en boca y pulmones, de modo que Eva se pasó el día respirándole, exaltada, loca, con una fiebre muy semejante a la que causa la atmósfera sobresaturada de oxígeno.

    Ya fuera de tino, desesperando de poder tener a raya al malvado Amor, Eva comenzó a pensar en la manera de librarse de él definitivamente, a toda costa, sin reparar en medios ni detenerse en escrúpulos. Entre el Amor y Eva, la lucha era a muerte, y no importaba el cómo se vencía, sino sólo obtener la victoria.

    Eva se conocía bien, no porque fuese muy reflexiva, sino porque poseía instinto sagaz y certero; y conociéndose, sabía que era capaz de engatusar con mañas y zalamerías al mismo diablo, que no al Amor, de suyo inflamable y fácil de seducir. Se Propúso pues, chasquear al Amor, y desembarazarse de él sobre seguro y traicioneramente, asesinándole.

    Preparó sus redes y anzuelos, y poniendo en ellos cebo de flores y de miel dulcísima, atrajo al Amor haciéndole graciosos guiños y dirigiéndole sonrisas de embriagadora ternura y palabras entre graves y mimosas, en voz velada por la emoción, de notas más melodiosas que las del agua cuando se destrenza sobre guijas o cae suspirando en morisca fuente.

    El Amor acudió volando, alegre, gentil, feliz, aturdido y confiado como niño, impetuoso y engreído como mancebo, plácido y sereno como varón vigoroso.

    Eva le acogió en su regazo; acaricióle con felina blandura; le sirvió golosinas; le arrulló para que se adormeciese tranquilo, y así que le vio calmarse recostando en su pecho la cabeza, se preparó a estrangularle, apretándole la garganta con rabia y brío.

    Un sentimiento de pena y lástima la contuvo, sin embargo, breves instantes. ¡Estaba tan lindo, tan divinamente hermoso el condenado Amor aquel! Sobre sus mejillas de nácar, palidecidas por la felicidad, caía una lluvia de rizos de oro, finos como las mismas hebras de la luz; y de su boca purpúrea, risueña aún, de entre la doble sarta de piñones mondados de s

    続きを読む 一部表示
    8 分
  • 628. Los tres reyes magos (Clásico)
    2025/01/06

    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.

    Juan David Betancur Fernandez
    elnarradororal@gmail.com

    Bienvenidos a habia una vez…. Feliz ano nuevo. Hoy voy a hacer un cuento que tiene dos cuentos iguales pero muy diferentes.

    Había una vez, en tres lugares muy distantes de belen , tres sabios reyes. Uno de ellos vivía en el África profunda, el otro vivía en el Asia y el otro vivía en lo que hoy es Europa. Todos tres eran grandes astrónomos y conocían a la perfeccion el firmamento y sus estrellas. Pero un día vieron que una estrella aparecía y brillaba en la noche como ninguna otra lo había hecho antes. Cada uno consulto sus documentos para ver si dicha estrella se había reportado anteriormente y se dieron cuenta que esta estrella era nueva.

    Algo extraordinario había sucedido. Nunca habían visto aparecer una estrella tan bien definida y brillante de un día para otro. Debía estar marcando un acontecimiento maravilloso y único.

    Comprendieron que esta estrella anunciaba el nacimiento de un Rey muy especial, un niño que traería paz y amor al mundo.

    Decidieron seguir la estrella, y recogiendo sus cosas iniciaron el viaje cada uno por su cuenta y comenzaron a viajar hacia la dirección que les marcaba aquel astro. Melchor de origen europeo decidio llevar consigo un regalo que representara la dignidad de un rey universal. Y se le ocurrió llevar oro para dignificar aquel nuevo rey. Gaspar que venia del Asia, sabía que aquel niño que había nacido debía ser ensalzado y por ello llevo en incienso que se utiliza para pedir al cielo glorias. Por su parter Balthazar que venia de el África quería llevarle algo que le aliviara las penurias de la vida y para ello escogio la mirra que se utilizaba para curar las molestias del cuerpo y que se utilizaba como bálsamo

    El viaje de cada uno fue largo y lleno de aventuras, pero la esperanza y la fe de los Reyes Magos les dio fuerzas para seguir adelante. Finalmente, se encontraron los 3 a las afueras de belen y comprendiendo que aquella estrella marcaba efectivamente un nacimiento glorioso decidieron acercarse con humildad a aquel palacio que suponían tenía la estrella sobre si. Cual seria su sorpresa cuando al llegar vieron que la estrella iluminaba una pequeña gruta que servia de establo y que allí estaba una pareja con un bebe rodeados de unos cuantos pastores, un buey, un caballo, un burro y una oveja. Allí, encontraron al niño Jesús en un pesebre, arropado en pañales y rodeado de animales.

    Con gran reverencia, los Reyes Magos ofrecieron sus regalos al niño y se arrodillaron ante él. María y José, los padres del niño, los recibieron con gratitud y asombro. Los Reyes Magos sabían que habían presenciado un milagro y que ese niño cambiaría el destino del mundo.

    Después de pasar una noche en el establo, los Reyes Magos se despidieron y regresaron a sus tierras, llevando consigo la bendición de haber visto al Rey de reyes. Jamás olvidaron aquella estrella brillante y el niño que trajo esperanza a la humanidad.

    Y así, cada año, recordamos la visita de los Reyes Magos el 6 de enero, celebrando su viaje y los regalos que trajeron para honrar al niño Jesús

    続きを読む 一部表示
    7 分
activate_buybox_copy_target_t1

Había una vez...Un cuento, un mito y una leyendaに寄せられたリスナーの声

カスタマーレビュー:以下のタブを選択することで、他のサイトのレビューをご覧になれます。