Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

著者: Juan David Betancur Fernandez
  • サマリー

  • Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.
    © 2024 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
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あらすじ・解説

Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.
© 2024 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
エピソード
  • 605. Hercules y el Leon de Nemea (Mito Milenials)
    2024/11/07

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    Juan David Betancur Fernandez
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    6 分
  • 604. El devorador (irlanda)
    2024/11/04

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    Había una vez un hombre muy rico llamado Angus que vivía en las cercanías del pueblo de Londonderry, en la gran isla esmeralda de Irlanda. Había criado cinco hijo pero cada uno marchó para hacer fortuna en diferentes lugares lejanos.

    A los pocos meses de la partida del último de los muchachos, su esposa, la bella Kate, enfermó gravemente y no hubo nada ni nadie que la pudiera salvar

    Un día se despertó, se vistió con desgano y luego salió al umbral de la puerta de su casa. Allí adelante se extendían sus tierras. Algunos animales pastaban y la cosecha crecía lentamente.

    -Tengo que hacer algo -se dijo mientras miraba el horizonte.

    Fue entonces cuando tomó la decisión:

    -Haré fortuna -se dijo.

    Y así, a los sesenta años, comenzó a trabajar tan fuerte y tan duro como cuando tenía veinte. Se levantaba antes del amanecer y cuando el sol ya se había ocultado él seguía trabajando hasta altas horas de la noche.

    Al terminar el año, tenía tanto dinero y tanto trabajo, que ya no le quedaba tiempo ni para dormir.

    Así pues, decidió contratar a más hombres para que lo ayudaran en su labor diaria, y se dedicó a criar una sola raza de animales, es decir, a especializarse.

    Y eligió las ovejas.

    Las ovejas de Angus eran las más gordas, las que proporcionaban mejores lanas y las que tenían más cantidad de crías.

    Cuando Angus cumplió los sesenta y tres años era un hombre adinerado.

    Pero llegó un día en que las cosas parecieron darse vuelta.

    Lo primero que sucedió fue la desaparición de una oveja.

    Nadie le prestó la mayor importancia.

    Al día siguiente sus hombres le comunicaron la desaparición de otra, y Angus comenzó a mostrarse algo preocupado.

    Pero cuando al tercer día consecutivo le dijeron de la desaparición de otra oveja más, la preocupación pasó a ocupar toda su atención.

    La cuarta noche Angus no pudo dormir. Algo le decía en su interior que las cosas no andaban bien. Una sensación inexplicable le atenazaba el alma.

    Un poco antes del amanecer Angus salió a revisar su rebaño, y luego de contarlo tres veces se percató de que faltaba otra oveja. No había rastros ni huellas. Parecía como si el animal se hubiera esfumado.

    Mandó a todos sus hombres a rastrear el terreno, buscando huellas o indicios de algún animal o algún ladrón. Cuando terminaron la búsqueda la respuesta fue rotundamente negativa.

    El viejo Angus meditó por algunos instantes y finalmente dijo:

    -Prepárense, esta noche todos montarán guardia.

    Y así continuó el día, trabajando con las faenas acostumbradas hasta la llegada la noche. Cada uno de los hombres se armó con cuchillos, piedras, hondas y pistolones.

    Angus recorrió todo el perímetro saludando a cada uno de sus hombres e instándolos a permanecer despiertos y matar a quien se aproximara a la cerca.

    Esa noche no pudo dormir tranquilo, otra vez tenía esa sensación extraña, algo le decía que había una presencia maligna merodeando en el lugar.

    -Esta noche yo haré la guardia. Les dijo a todos

    Un rato antes del ocaso Angus salió armado con su escopeta y se sorprendió al encontrar a todos sus hombres en la puerta, esperán-dolo.

    -No lo dejaremos solo, señor, lo ayudaremos a hacer guardia durante toda la noche.

    Angus caminó de un puesto a otro sin dejar de mirar hacia el exterior.

    Habían pasado algunas horas desde la medianoche, aún el cielo oscuro estaba plagado de estrellas y la luz del sol todavía no empezaba a asomarse cuando, de pronto, Angus tuvo una extraña sensación, la misma que había tenido la noche anterior: sentía una presencia, algo maligno que caminaba por sus tierr

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    13 分
  • 603. El Anchimayen (Mapuche)
    2024/10/30

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    Juan David Betancur Fernandez
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    Había un hombre llamado Ramiro descendiente de vascos que vivía en tierras mapuches. El joven se mudó a un pequeño campo que había heredado de su familia, tras venir del otro lado de las montañas. Las tierras estaban muy descuidadas y los pocos animales que trajo no eran suficientes para vivir. Así que Ramiro, junto con su esposa, tuvo que trabajar muy duro para salir adelante. A pesar de sus esfuerzos, parecía que las cosas avanzaban muy lentamente.

    Ramiro conoció a algunos pobladores de la zona, muchos de ellos de origen mapuche. Disfrutaba mucho conversar con ellos y escuchar las historias de tiempos antiguos, de antes de la llegada del hombre blanco. Estas historias eran especiales y no las compartían con cualquiera, lo que hacía que Ramiro se sintiera honrado por la confianza que le tenían. A veces, después de un largo día de trabajo, invitaba a algunos de ellos a su casa para pasar un rato agradable. Otras veces, iba a un almacén cercano a beber con otros hombres del campo.

    Una noche, después de haber bebido un poco más de lo habitual, Ramiro regresaba a pie a su casa. Mientras caminaba en la oscuridad casi total de una noche sin luna, vio algo extraño: un grupo de tres o cuatro llamas brillantes que flotaban en el aire y daban pequeños saltos a unos dos metros del suelo. Duró solo unos segundos antes de desaparecer. Pensó que podría ser alguien con una antorcha, pero la imagen le recordó una de las historias mapuches que había oído. Intrigado, llegó a casa y despertó a su esposa para contarle lo sucedido. Ella, aún medio dormida, le dijo: "Estás bien borracho, Ramiro. Acuéstate y duerme, paisano."

    Pero Ramiro, terco como buen descendiente de vascos, no se dejó convencer. Al día siguiente, sobrio (solo había tomado un par de vasitos de chicha), salió decidido a comprobar lo que había visto. Caminó hacia las montañas tratando de encontrar el lugar exacto de la aparición. Sin embargo, esa noche no vio ningún fuego mágico.

    Al día siguiente fue a ver al viejo Catriel, que vivía cerca del lago, y le contó lo que había visto.

    ‑Puede ser ‑contestó el anciano mapuche‑. Por ese lado vive Curiqueo en una ruka de madera al ladito nomás de la montaña. Dicen que su abuela era una machi o sanadora. Puede ser...que hayas visto un Anchimayen. Ellos son pequenos seres que pueden tomar la forma de pequenos niños y qu se pueden transformar en bolas de fuego. Y el anciano le dedico todo el día en describirle las características de aquellos anchimayen.

    Esto entusiasmó aún más a Ramiro, que en su mente creo la esperanza de apoderarse de un anchimayen para que le trabajara sus tierras Y de allí salió en busca de la casa del tal Curiqueo.

    Ya era de noche cuando llegó. Aunque no conocía esa zona pegada a las montañas, un silbido agudo lo fue guiando hasta Curiqueo, que estaba sentado a un par de metros de la modesta casilla de madera, cuya forma recordaba muy vagamente a las rukas mapuches, y tocaba la pifülka que es una especie de flauta produciendo un sonido inconfundible que atrajo a Ramiro.. Curiqueo ni siquiera levantó la vista cuando el joven se acercó. Ramiro no podia decir como era Curiqueo. No podía decirse si era un hombre de 40 o de 120 años. Su largo cabello ocultaba prácticamente por completo su rostro. Ramiro no se sintió cómodo, pero el interés que lo había llevado allí era más fuerte que sus impresiones personales.

    Saludó a Curiqueo y de inmediato le dijo que el viejo Catriel le había contado acerca de las virtudes de un anchimallén, y que él estaba muy interesado en tener uno para ayudar a mejorar su campo. Curiqueo tardó en co

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    12 分

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